Ya vuelven nuestros vecinos a liarla. Nos odian, no nos pueden ver. Por nuestra parte el amor es recíproco. Tenemos mejores productos agrícolas que ellos, mejores vinos que ellos y últimamente mejor cocina que ellos. No lo pueden soportar.
Es indignante ver cómo nos vuelcan los camiones de frutas, verduras y hortalizas, símplemente porque somos más competitivos que ellos. Y lo más indignante es ver cómo la policía francesa, la gendarmería asiste, pasando de todo, a los desmanes sin mover un dedo.
Cuando alguna vez aislada se les ha devuelto el comportamiento, aquí, nuestra policía, nos ha corrido a gorrazos.
Ya está bien. Las autoridades europeas han de tomar cartas en el asunto y hacer prevalecer la justicia y el orden.
Si eso pasese en nuestro país, nos daría hostias por todos lados.
A esos energúmenos hay que identificarlos, ni tan siquiera se cubren el rostro en una demostración más de que quedarán impunes, y hay que hacerles pagar sus miedos, sus fobias, sus sentimientos de inferioridad.
Desde aquí animamos a todos los ciudadanos a que hagan un boicot a los productos franceses, a los supermercados franceses. Y hagamos nuestras compras en supermercados españoles.
Que les den con sus aires de inferioridad, siempre lo han sido y siempre lo serán.
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